Mormones: Origen Y Doctrina Explicados Sencillo

by Jhon Lennon 48 views

¡Qué onda, chicos! Hoy vamos a sumergirnos en un tema súper interesante y, a veces, un poco incomprendido: el origen y la doctrina de los mormones. Quizás los conozcan por su nombre oficial, La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, o tal vez han visto a sus misioneros con sus camisas blancas y corbatas. Sea como sea, hay mucho más en esta fe de lo que parece a primera vista, y mi objetivo aquí es desglosar todo de una manera fácil de entender, amigable y, sobre todo, súper informativa. Prepárense para un viaje fascinante a través de la historia, las creencias fundamentales y cómo esta iglesia ha crecido desde sus humildes comienzos hasta convertirse en una presencia global. Despejaremos dudas sobre quiénes son los mormones, qué creen realmente y cómo viven su fe en el día a día, asegurándonos de que capten la esencia de su mensaje sin rodeos ni complicaciones. Así que, pónganse cómodos porque vamos a explorar los cimientos de esta religión, desde sus profetas y escrituras sagradas hasta sus prácticas y la importancia de la familia en su cosmovisión, todo con un lenguaje que se sienta como una plática entre amigos. La idea es que al final de este artículo, no solo tengan una comprensión clara, sino que también aprecien la rica historia y la profundidad de la doctrina que define a los Santos de los Últimos Días, entendiendo por qué su fe es tan central para millones de personas en todo el mundo. ¡Vamos a darle con todo, sin miedo al éxito, a desentrañar este misterio de una vez por todas!

El Génesis de una Fe: Joseph Smith y los Primeros Días

Para entender a los mormones, o La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, como ellos prefieren ser llamados, tenemos que viajar en el tiempo a principios del siglo XIX, específicamente a la zona rural de Nueva York, Estados Unidos. Aquí es donde entra en escena una figura central y fundamental: Joseph Smith Jr. La historia de su origen es, sin duda, la piedra angular de toda la fe. Joseph, un joven de catorce años en 1820, vivía en un ambiente de gran efervescencia religiosa, donde diferentes iglesias competían por la atención y la membresía de la gente. Él, confundido por cuál iglesia era la verdadera, y sintiendo una genuina inquietud espiritual, decidió buscar la guía divina. Leyendo la Biblia, específicamente Santiago 1:5, que dice "Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada", Joseph decidió hacer precisamente eso: orar. En la primavera de 1820, según su relato, se retiró a un bosquecillo cerca de su casa para orar y pedir dirección. Lo que sucedió a continuación es lo que los miembros de la Iglesia conocen como la Primera Visión, un evento trascendental que cambió el curso de su vida y, eventualmente, el de millones de personas. En esta visión, Joseph afirmó que Dios el Padre y Jesucristo se le aparecieron en persona, le hablaron y le instruyeron a no unirse a ninguna de las iglesias existentes, pues "todas estaban en error". Este momento es absolutamente crucial para la doctrina mormona, ya que establece la creencia en la revelación directa de Dios al hombre en la actualidad y la idea de una "restauración" de la Iglesia original de Cristo.

Después de esta experiencia inicial, la revelación no se detuvo ahí, chicos. Varios años después, en la noche del 21 de septiembre de 1823, Joseph Smith relató que un ángel, llamado Moroni, se le apareció. Este no era un ángel cualquiera; Moroni le reveló a Joseph la existencia de unas antiguas planchas de oro que contenían los escritos de antiguos habitantes de América, un registro que supuestamente completaría el entendimiento del evangelio de Jesucristo. Estas planchas, según la narrativa, habían sido enterradas en una colina cercana y contenían la historia de un pueblo que había vivido en el continente americano y al cual Jesucristo se les había aparecido después de su resurrección en Jerusalén. Cuatro años más tarde, el 22 de septiembre de 1827, Joseph finalmente obtuvo las planchas de Moroni. Con la ayuda de lo que describió como instrumentos divinamente preparados (el Urim y Tumim), y con la asistencia de escribas como Oliver Cowdery, Joseph Smith comenzó la ardua tarea de traducir este texto antiguo del “egipcio reformado”, un idioma que, según él, era la lengua en la que estaban escritas las planchas. Este proceso culminó en la publicación de El Libro de Mormón: Otro Testamento de Jesucristo en marzo de 1830. Este libro, junto con la Biblia, es considerado por los Santos de los Últimos Días como escritura sagrada y un testimonio adicional de Jesucristo. Su publicación fue un hito, porque no solo proporcionó una nueva escritura a los seguidores de Joseph Smith, sino que también sirvió como base para la organización formal de la Iglesia de Cristo (su nombre original) el 6 de abril de 1830, con Joseph Smith como su primer profeta y presidente. Desde ese momento, los seguidores comenzaron a referirse a sí mismos como "Santos de los Últimos Días", marcando el inicio de una nueva y distintiva tradición religiosa que creció rápidamente, a pesar de las adversidades y la incomprensión de la época.

Creencias Fundamentales: ¿En Qué Creen Realmente los Mormones?

Ahora que ya sabemos cómo empezó todo, es momento de meternos de lleno en el meollo del asunto: ¿qué es lo que realmente cree esta gente? La doctrina mormona es rica y profunda, y aunque comparte muchas cosas con el cristianismo tradicional, también tiene diferencias clave que la hacen única. Vamos a desglosar las creencias centrales que forman el corazón de su fe, explicando cada una de manera que hasta tu abuela las entienda, ¡sin tanto rollo teológico pesado! Los Santos de los Últimos Días se consideran cristianos, creen firmemente en Jesucristo como el Salvador y Redentor del mundo, y su vida y enseñanzas son el centro de su fe. Sin embargo, su comprensión de la Divinidad y el plan de Dios para nosotros tiene matices distintivos. Primero, hablemos de la Divinidad o la Trinidad. A diferencia de la creencia trinitaria común de muchas iglesias cristianas, los mormones creen en tres seres distintos y separados: Dios el Padre (conocido como Elohim), Su Hijo Jesucristo (Jehová en el Antiguo Testamento) y el Espíritu Santo. Ellos son "uno" en propósito y perfección, pero no son la misma persona. Esta concepción, conocida como la Divinidad Restaurada, es fundamental para entender cómo ven la relación entre Dios y la humanidad. Creen que Dios el Padre es nuestro Padre Celestial literal, que tenemos una relación filial con Él y que podemos llegar a ser más como Él. Luego, está el concepto del Plan de Salvación, que es como un mapa de nuestra existencia, chicos. Es súper comprensivo y explica de dónde venimos, por qué estamos aquí y adónde vamos después de esta vida. Antes de nacer, creen que vivíamos como espíritus con Dios, una existencia premortal. En ese estado, se presentó un plan para que progresáramos, adquiriéramos un cuerpo físico, y experimentáramos el bien y el mal. Este plan requería un Salvador, y Jesucristo se ofreció voluntariamente. La vida terrenal es vista como una oportunidad para aprender, crecer, tomar decisiones y probar nuestra fe. La Caída de Adán y Eva, en esta perspectiva, no es un castigo, sino un paso necesario que permitió la mortalidad, el albedrío (la capacidad de elegir) y la posibilidad de tener familias. Sin la Caída, no habría progreso ni experiencia. El sacrificio expiatorio de Jesucristo es el pilar de este plan; a través de Su sacrificio, podemos ser perdonados de nuestros pecados y superar los efectos de la muerte. Después de esta vida, hay un estado intermedio de espíritus y una futura Resurrección, donde nuestros cuerpos y espíritus se reunirán para nunca más separarse. Finalmente, la Progresión Eterna es una idea potente: creen que no solo podemos regresar a vivir con Dios, sino que podemos continuar creciendo y desarrollándonos eternamente, llegando a ser más como Él en atributos y poder, una meta conocida como exaltación. Este plan no solo ofrece esperanza, sino también un propósito claro y un camino para la vida.

Además de la Divinidad y el Plan de Salvación, la doctrina de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días se basa en otras verdades cruciales. La creencia en la autoridad del sacerdocio es vital. Los mormones creen que después de la muerte de los apóstoles originales de Jesucristo, la autoridad para actuar en el nombre de Dios (el sacerdocio) se perdió de la Tierra. Joseph Smith, a través de la visitación de Juan el Bautista y luego de Pedro, Santiago y Juan (apóstoles de la antigüedad), restauró esta autoridad, lo que permite la realización de ordenanzas como el bautismo y la administración de la Santa Cena con poder divino. Este sacerdocio es conferido a hombres dignos en la Iglesia, permitiéndoles bendecir, servir y guiar. Las ordenanzas del templo son otro pilar distintivo. Para los mormones, los templos no son los mismos que sus capillas de adoración dominical; son casas sagradas dedicadas exclusivamente a ordenanzas más elevadas y eternas. Aquí es donde se realizan ceremonias como el bautismo por los muertos (una oportunidad para que personas fallecidas que no tuvieron la oportunidad de escuchar el evangelio sean aceptadas en nombre), las investiduras (donde se hacen convenios con Dios y se aprende más sobre el plan divino) y, lo más importante, el matrimonio eterno. La idea de que las familias pueden estar unidas no solo por esta vida, sino por toda la eternidad, es una creencia hermosa y central que da un profundo significado a las relaciones familiares. En cuanto a las escrituras, si bien la Biblia es un texto sagrado fundamental, como ya mencionamos, El Libro de Mormón es considerado otro testamento de Jesucristo y una confirmación de las verdades bíblicas. También tienen Doctrina y Convenios, una colección de revelaciones modernas dadas a Joseph Smith y sus sucesores, y Perla de Gran Precio, que incluye escritos de Joseph Smith y extractos del Libro de Moisés y del Libro de Abraham. La creencia en profetas y revelación continua significa que, al igual que en la antigüedad, Dios sigue hablando a la humanidad a través de un profeta viviente (actualmente, el Presidente de la Iglesia) y de otros líderes inspirados, guiando a la Iglesia en los tiempos modernos. Finalmente, dos prácticas de estilo de vida muy conocidas son la Palabra de Sabiduría y el diezmo. La Palabra de Sabiduría es un código de salud revelado, que instruye a los miembros a abstenerse de alcohol, tabaco, café, té y drogas recreativas, y a llevar una vida sana. El diezmo, por otro lado, es la donación del 10% de los ingresos personales a la Iglesia, un principio que creen que ayuda a construir el reino de Dios en la Tierra y les trae bendiciones espirituales y temporales. Todas estas creencias se entrelazan para formar una cosmovisión completa que guía la vida diaria de los Santos de los Últimos Días, buscando siempre acercarse más a Jesucristo y a su Padre Celestial.

Crecimiento, Persecución y la Jornada al Oeste

El camino de los mormones no ha sido precisamente un lecho de rosas, ¡ni de cerca! Después de la organización de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días en 1830, el movimiento experimentó un crecimiento rapidísimo, pero también se encontró con una resistencia y persecución brutales. Imaginen a un grupo de gente con creencias que a muchos les parecían radicallísimas para la época, como la poligamia (que se practicó durante un tiempo y causó mucha controversia, aunque fue descontinuada oficialmente en 1890), la revelación continua, o la idea de una nueva escritura sagrada. Pues claro, ¡esto no sentó bien a todo el mundo! Los primeros Santos de los Últimos Días, liderados por Joseph Smith, se vieron obligados a moverse constantemente en busca de un lugar donde pudieran practicar su fe en paz. Empezaron en Nueva York, luego se mudaron a Ohio, donde construyeron su primer templo. Pero las tensiones, los conflictos y la violencia de las turbas los forzaron a irse de allí. Luego, se trasladaron a Misuri, donde la hostilidad escaló a tal punto que el gobernador emitió una orden de exterminio contra ellos. ¡Una locura total! Tuvieron que huir nuevamente, muchos perdieron sus hogares y sus bienes, y vivieron experiencias verdaderamente traumáticas.

La siguiente parada fue Nauvoo, Illinois, una ciudad que, bajo el liderazgo de Joseph Smith, se convirtió en una de las urbes más grandes y prósperas de Illinois en poco tiempo. Allí, los Santos de los Últimos Días construyeron un hermoso templo y disfrutaron de un período de relativa paz y crecimiento. Sin embargo, las tensiones políticas, religiosas y sociales volvieron a surgir con una fuerza tremenda. La práctica de la poligamia, aunque secreta al principio, se fue conociendo y generó una furia increíble entre los no mormones y algunos exmiembros de la iglesia. Las acusaciones de corrupción, poder político excesivo y otros problemas llevaron a un punto de quiebre. En 1844, la situación se volvió insostenible, y Joseph Smith y su hermano Hyrum fueron brutalmente asesinados por una turba en la cárcel de Carthage, Illinois, mientras estaban bajo la protección del estado. ¡Un final trágico y desgarrador para el profeta fundador! Este evento sumió a la Iglesia en una crisis de liderazgo, pero también fortaleció la resolución de muchos de sus miembros. Con Joseph Smith muerto y la persecución en Nauvoo alcanzando un punto insostenible, el peso del liderazgo recayó en Brigham Young, una figura carismática y resuelta. Él tomó la monumental decisión de llevar a miles de Santos de los Últimos Días en un éxodo épico hacia el oeste, cruzando llanuras, montañas y desiertos, buscando un lugar donde finalmente pudieran adorar libremente y construir su Sión. Esta gran migración a Utah, que comenzó en 1846 y duró varios años, es una de las epopeyas más destacadas en la historia de Estados Unidos. Miles de pioneros mormones, a menudo con lo puesto, empujando carromatos de mano o en carretas, enfrentaron hambre, frío, enfermedades y la pérdida de seres queridos en el camino. Finalmente, llegaron al Valle del Lago Salado en 1847, un lugar que, en ese momento, era un desierto árido y desolado, pero que Brigham Young profetizó que se convertiría en un jardín. Y así fue, chicos. Con una fe inquebrantable y una capacidad de organización asombrosa, los pioneros transformaron el desierto en una próspera comunidad, construyendo Salt Lake City y estableciendo numerosas colonias en el oeste americano. Esta historia de resiliencia y determinación es una parte fundamental de la identidad de los Santos de los Últimos Días y demuestra la profunda fe y el sacrificio que estaban dispuestos a hacer por sus creencias. A lo largo de los años, la Iglesia ha seguido creciendo, superando desafíos como la controversia de la poligamia (que culminó con su abolición oficial a principios del siglo XX para permitir la integración con el gobierno de EE. UU.) y expandiéndose a nivel mundial, siempre manteniendo vivo el legado de esos valientes pioneros y la visión de sus primeros líderes.

La Vida de un Santo de los Últimos Días Hoy: Más Allá de los Templos y las Misiones

Si bien la historia es súper importante para entender a los mormones, quizás se pregunten cómo es la vida para ellos hoy en día, en pleno siglo XXI. Pues, ¡les cuento que es una experiencia vibrante y comunitaria! La vida de un Santo de los Últimos Días contemporáneo gira en torno a principios de fe, familia y servicio, y se vive de una manera muy organizada y centrada en la comunidad. Primero, el enfoque en la familia es absolutamente primordial. Para los mormones, la familia no es solo la unidad básica de la sociedad; es la unidad central en la eternidad. Creen que las familias pueden ser selladas por la eternidad en los templos, lo que les da una perspectiva a largo plazo sobre las relaciones familiares. Esto se traduce en un gran énfasis en la unión familiar, la enseñanza de valores en el hogar y actividades familiares regulares, como la Noche de Hogar (una noche semanal dedicada a actividades espirituales y recreativas en familia). Para ellos, fortalecer la familia es fortalecer la sociedad y prepararse para la vida eterna. Luego está el aspecto de la comunidad y el servicio. Los miembros se reúnen en capillas locales (a veces llamadas centros de estaca o barrios) los domingos para los servicios de adoración. Estos servicios son inclusivos, abiertos al público, y la mayoría de los roles y responsabilidades en la Iglesia son desempeñados por miembros voluntarios. Esto significa que no hay un clero profesional pagado; en su lugar, hombres y mujeres de todas las edades sirven en diferentes capacidades, desde enseñar clases dominicales hasta presidir unidades de la Iglesia. Esta estructura fomenta un fuerte sentido de comunidad, interdependencia y servicio mutuo. Los miembros se apoyan unos a otros en tiempos de necesidad, organizan actividades comunitarias y participan en proyectos de servicio, tanto dentro de la Iglesia como en sus comunidades en general. El servicio desinteresado es una marca distintiva de la fe.

Otro aspecto súper conocido de la vida mormona es el trabajo misional. Seguramente han visto a los jóvenes, con sus camisas blancas y corbatas (o faldas para las hermanas), en bicicletas o caminando por las calles. Estos son misioneros, generalmente jóvenes de 18 a 25 años (y parejas mayores también), que dedican 18 a 24 meses de su vida a predicar el evangelio de Jesucristo por todo el mundo, cubriendo sus propios gastos. Es una experiencia intensa de servicio y aprendizaje, donde se esfuerzan por compartir sus creencias con cualquier persona interesada. No solo enseñan sobre el Libro de Mormón y los principios del evangelio, sino que también participan en el servicio comunitario. Para muchos, este tiempo de misión es una experiencia formativa que fortalece su fe y les enseña habilidades para la vida. Más allá de esto, la vida cotidiana de un Santo de los Últimos Días implica vivir los principios de su fe, como la Palabra de Sabiduría (abstenerse de alcohol, tabaco, café, té y drogas), el diezmo (donar el 10% de sus ingresos) y la oración personal y familiar. Se esfuerzan por seguir el ejemplo de Jesucristo en todas las facetas de su vida, lo que implica ser honestos, trabajadores, amables y servir a los demás. La lectura diaria de las escrituras, tanto la Biblia como el Libro de Mormón, es también una práctica común para fortalecer su espiritualidad. La Iglesia también promueve un estilo de vida sano y equilibrado, con un énfasis en la educación, el trabajo arduo y la autosuficiencia. Hay programas para jóvenes, actividades recreativas y oportunidades para el desarrollo personal y espiritual, todo con el objetivo de ayudar a los miembros a convertirse en mejores individuos y contribuir positivamente a la sociedad. En resumen, ser un Santo de los Últimos Días hoy en día es participar activamente en una comunidad global, esforzarse por vivir una vida que honre a Jesucristo, y trabajar para fortalecer la familia y servir a los demás, todo con la esperanza de la progresión eterna y el regreso a la presencia de Dios. Es un camino de compromiso, pero lleno de apoyo, propósito y una profunda sensación de pertenencia.

Conclusión: Una Fe con Historia y Visión de Futuro

¡Uf, qué viaje, chicos! Hemos recorrido un camino largo y lleno de historia, desde la Primera Visión de Joseph Smith en aquel bosquecillo hasta la vida de un Santo de los Últimos Días en la actualidad. Espero que este artículo les haya dado una visión mucho más clara y, sobre todo, más humana sobre el origen y la doctrina de los mormones, o La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. Hemos visto cómo una serie de eventos extraordinarios dieron inicio a esta fe, la importancia de El Libro de Mormón como escritura sagrada, y cómo las creencias centrales como la Divinidad, el Plan de Salvación y los templos forman el núcleo de su fe. También hemos repasado las enormes persecuciones y desafíos que enfrentaron los pioneros, y cómo su increíble resiliencia los llevó a establecerse en Utah, dejando un legado de fe inquebrantable y determinación. Lo que queda claro es que la historia de esta Iglesia no es solo una serie de fechas y eventos, sino una narrativa de fe profunda, sacrificio y una búsqueda constante de la verdad. Y, por supuesto, hemos explorado cómo estas creencias se traducen en la vida diaria de los miembros hoy, con un énfasis súper fuerte en la familia, la comunidad, el servicio y el trabajo misional. Es una fe que impacta cada faceta de la vida, buscando fomentar individuos que no solo creen en Jesucristo, sino que también se esfuerzan por vivir como Él.

En esencia, los mormones creen en un Dios amoroso que sigue revelando Su voluntad a la humanidad, en un plan divino para nuestra felicidad y en la posibilidad de la progresión eterna. Su mensaje central es de esperanza, redención y la creencia de que las familias pueden ser eternas. Entender a los mormones es entender una parte significativa del panorama religioso mundial, una fe que, a pesar de sus desafíos iniciales, ha crecido hasta tener millones de miembros en casi todos los países del mundo. Así que la próxima vez que escuchen hablar de ellos o vean a un par de misioneros, ¡ya tienen un arsenal de conocimiento para comprender un poco mejor de qué va la cosa! Más allá de los estereotipos, hay una comunidad vibrante de personas que se esfuerzan por vivir sus creencias y hacer del mundo un lugar mejor, todo arraigado en una rica historia y una profunda doctrina. ¡Espero que les haya molado este recorrido y que ahora tengan una perspectiva más amplia y respetuosa sobre esta fascinante religión!